Saya Ate, choque de vainas

Se dice que en Japón feudal se consideraba una grave afrenta entre dos Samurái si mientras caminaban portando sus espadas al costado, estas llegaban a golpearse, este acto se conocía como Saya Ate o «Golpe de vaina» y era una ofensa tan grave que aún siendo accidental podía terminar en un duelo a muerte, muchas veces era un gesto deliberado para provocar una pelea.

Hay pocas referencias que confirman este hecho pero una de las más importantes proviene del periodista y Judoka inglés Ernest John Harrison quien en su obra «El espíritu de pelea de Japón» publicada en 1913 incluye un relato de Sakujiro Yokoyama, uno de los primeros discípulos de Jigoro Kano que ayudó a establecer el Kodokan (la institución más importante de Judo en Japón). Sakujiro era considerado uno de los mejores exponentes del Judo de su época por lo que se ganó el apodo del Demonio Yokoyama, junto con Yamashita Yoshiaki, Tsunejirô Tomita y Saigô Shirô conformaban al llamado grupo de «Los cuatros guardianes del Kodokan» (Kodokan Shiten’nô), cuatro Judokas excepcionales que apoyaban a Jigoro Kano cuando muchos practicantes de Jujutsu clásico se oponían al desarrollo del Judo.

Siendo niño, Sakujiro vivió los últimos días de la clase Samurái durante la restauración Meiji que inició en 1868, de acuerdo a su relato:

«Puedo llevar mi memoria de regreso a aquellos días cuando los Samurái portaban dos espadas y las usaban cada vez que surgía la necesidad. Cuando aún era un niño accidentalmente atestigüe un extraordinario duelo entre un Ronin (un Samurái sin señor) y tres Samurái. El conflicto tuvo lugar en el distrito Kojimachi, en el vecindario de Kudan, donde todavía está de pie el Shokonsha. Antes de seguir con mi narración debo explicar a mis escuchas extranjeros la costumbre que era respetada por los espadachines de tiempos feudales, para que el incidente que estoy por describir sea mejor entendido. La espada del Samurái, como saben, era una posesión más valiosa que la vida misma, y si tocabas una espada Samurái tocabas su dignidad. Era un acto imperdonable en aquellos días que un Samurái dejara que la punta de su vaina entrara en contacto con la vaina de otro Samurái mientras los hombres pasaban al lado en la calle; a tal acontecimiento se le llamaba Saya Ate (golpear con la vaina), y en ausencia de una pronta disculpa del ofensor una pelea casi siempre era segura.

Los Samurái portaban dos espadas, espada larga y corta, que llevaban en el Obi, en el costado izquierdo, de tal forma que la vaina del arma más larga sobresalía por atrás del dueño. En tal caso, era frecuente, especialmente en multitud, que dos vainas se tocaran entre ellas sin que hubiera intención de ningún involucrado, pero los Samurái que no buscaban problemas de este tipo siempre tomaban la precaución de mantener sus espadas con la punta hacia abajo y tan cerca de su costado como fuera posible.

Pero si una colisión de este tipo ocurría, los involucrados de ninguna manera podían ignorarlo. Uno o ambos demandaría una compensación, y el desafío rara vez se rehusaba. El sentido de honor que prevalecía entre los hombres de esta clase les prohibía huir de las consecuencias de tal encuentro.

Suficiente de introducciones. El episodio que estoy por describir ocurrió precisamente de ese modo. Los involucrados en el duelo eran un Ronin y tres Samurái. El Ronin estaba vestido de forma humilde y evidentemente era muy pobre. La vaina de su espada larga estaba llena de grietas donde la laca se había desgastado después de mucho uso. Era un hombre de mediana edad. Los tres Samurái eran hombres fornidos, y parecía que estaban bajo la influencia del sake. Ellos eran los retadores. En un principio el Ronin se disculpó, pero los Samurái insistieron en un duelo, y el Ronin eventualmente aceptó el desafío. En ese punto una gran multitud se había reunido, entre ellos varios Samurái, pero ninguno de ellos se atrevió a interferir.

De acuerdo a la costumbre, los combatientes intercambiaron nombres y las espadas fueron desenvainadas, los tres Samurái en un extremo encarando a su solitario oponente. Las afiladas hojas brillaban bajo el sol. El Ronin, se veía tan calmado como si pensara que se trataba de un duelo amistoso, avanzó firmemente con la punta de su arma dirigida hacia el Samurái del centro, en apariencia indiferente a cualquier ataque que pudiera venir de los flancos.

El Samurái del centro cedió terreno pulgada a pulgada y el Ronin continuó avanzando con seguridad. Entonces el Samurái de la derecha, que pensó haber visto una oportunidad, se apresuró a atacar, pero el Ronin que claramente había anticipado este movimiento, desvío el ataque y con la velocidad de un rayo cortó a su enemigo de un tajo mortal. El Samurái de la izquierda atacó después, pero fue tratado de forma similar, un simple corte lo mandó al suelo cubierto en sangre.

Todo esto tomó menos tiempo de lo que me lleva contarlo. El Samurái del centro, viendo el destino de sus compañeros, pensó dos veces sobre su intención inicial y se dio por vencido. El Ronin victorioso limpió la sangre de su hoja de la forma más fría imaginable y la regreso a su vaina. Su proeza fue aplaudida por todos los demás Samurái presentes. El Ronin se presentó más tarde con el magistrado del vecindario para reportar el suceso, como la ley lo requería.»

Seven_Samurai_Kyuzo_duel

2 comentarios en “Saya Ate, choque de vainas

  1. Carlos A. Rojas González

    Hola Jaime, buenas tardes, es muy interesante tu articulo sobre los cangrejos Heikegani, la verdad mientras lo leía pensaba en el documental de Carl Sagan, pero al final cuando haces referencia a éste me dio mucho gusto que además del hecho Histórico agregaras una explicación científica, eso te hace hombre ecuánime y sensato. Por cierto Morihei Ueshiba siempre incitaba a sus alumnos a aprender sobre ciencia, de allí su conocimiento del Aikido y aplicación.

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    1. Carlos Jaime

      Muchísimas gracias por tus comentarios Carlos. Al igual que Sensei Morihei Ueshiba también creo que es muy importante no solo el desarrollo físico si no intelectual del Budoka, siempre he visto la figura del Samurái no solo como parte de la élite militar sino también como la élite cultural de su época. Se dice que el hombre que domina la pluma es más fuerte que aquel que domina la espada, pero el hombre que domina ambas será más fuerte que cualquiera que las anteriores. Espero disfrutes de los demás artículos del blog, saludos.

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