El guerrero y el monje

En esta ocasión te compartimos otro cuento que esperamos disfrutes:

Un maestro Samurai, fue a visitar a un monje Zen en busca de consejos, No obstante, en cuanto entró en el templo donde el maestro rezaba, se sintió inferior, y concluyó que a pesar de haber pasado toda su vida luchando por la justicia y la paz, no se había ni tan siquiera acercado al estado de gracia de aquel hombre.
-¿Por qué me estoy sintiendo tan inferior? – le preguntó. – Ya me enfrenté muchas veces con la muerte, defendí a los más débiles, sé que no tengo nada de qué avergonzarme. Sin embargo, al verlo meditando, he sentido que mi vida no tenía la menor importancia.
-Espera. En cuanto haya atendido a todos los que me han buscado hoy, te daré la respuesta.
Durante todo el día el Samurai se quedó sentado en el jardín del templo, viendo como el monje atendía a todos con la misma paciencia y la misma sonrisa luminosa en su rostro. Por la noche, cuando ya todos habían partido, insistió:
-¿Ahora podrá usted enseñarme?
El maestro lo invitó a entrar. La luna llena brillaba en el cielo y todo el ambiente respiraba una profunda tranquilidad.
-¿Ves esta luna, qué bonita es? Ella cruzará todo el firmamento y mañana el sol volverá a brillar. Solo que la luz del sol es mucho más fuerte y consigue mostrar los detalles del paisaje que tenemos a nuestra frente; árboles, montañas, nubes. He contemplado a los dos durante años, y nunca escuché a la luna decir “¿Por qué no tengo el mismo brillo que el sol? ¿es que quizás soy inferior a él?”
-Claro que no, -respondió el Samurai,- la luna y el sol son dos cosas diferentes, y cada uno tiene su propia belleza. No podemos comparar a los dos.
-Entonces, ya sabes la respuesta. Somos dos personas diferentes, cada cual luchando a su manera por aquello que cree, y haciendo lo posible para tornar a este mundo mejor; el resto son solo apariencias.

Meditation

Yamabushi y Sôhei, los monjes guerreros de Japón

Sôhei

Los Sôhei eran monjes guerreros japoneses, surgen alrededor del siglo X. Tenían muchas similitudes con las órdenes monásticas de occidente como los Caballeros Templarios, se organizaban en grandes ejércitos, protegían vastos territorios e intimidaban a otras escuelas budistas. Lograron alcanzar gran influencia y muchos clanes les mandaban tributos para ganar su favor y que se unieran a sus fuerzas.

En combate usaban la armadura propia de los Samurái (Yoroi) aunque sus ropas eran más parecidas a las de los monjes japoneses convencionales. Se cuenta que eran muy habilidosos con el arco y eran excelentes jinetes, usaban también el Tachi (un sable especializado para la caballería que precedía a la Katana), la Naginata (una lanza con una hoja montada en un extremo) y el Kanabô (un pesado mazo de madera y hierro). Eran muy hábiles en el combate pues sus entrenamientos incluían rigurosas pruebas físicas.

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Yamabushi

Literalmente se puede traducir como «aquellos que yacen en la montaña», los Yamabushi son monjes guerreros japoneses como los Sôhei y al igual que ellos, se dedicaron al estudio de las artes marciales pues ayudan no solo en el crecimiento físico si no también al crecimiento espiritual de un individuo. Seguían la doctrina del Shugendō, una rama mística del budismo que combina elementos Shintoistas y Taoistas.

Mientras los Sôhei eran monjes que formaban grandes órdenes de combate, los Yamabushi llevan vidas solitarias en las montañas, su figura siempre ha sido símbolo de sabiduría y se creía que poseían poderes sobrenaturales, muchas veces se les relacionaba con los Tengû, una criatura mitológica mitad ave, mitad ser humano. Aunque su rol principal es de guías espirituales de la montaña, pelearon junto a los Samurái y los Sôhei y alcanzaron gran renombre en las cortes japonesas donde fungían como consejeros.

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